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Cultura | Tendencias

COVID-19 y el uso de efectivo
diciembre 28, 2020
COVID-19

Uno de los mayores cambios que ha traído la pandemia por COVID-19 ha sido de carácter económico: cómo mantener el efectivo circulando y en las manos de quienes lo necesitan. A nivel mundial existe una migración paulatina al uso de la moneda digital y dispositivos de autoatención a base de plásticos. No obstante, el efectivo es el método de pago que la mayoría de las personas utiliza en su día a día. De manera que es importante que los suministros de efectivo estén disponibles para el amplio sector que creció utilizando este método y confía en él.

Los estudios muestran que en tiempos de crisis incrementa la demanda de efectivo. El caso de México a inicios de la pandemia por COVID-19 no es la excepción, aunque con una natural reducción conforme se desarrolla la contingencia sanitaria. Sin embargo, algunos consumidores han cuestionado la seguridad del efectivo como método de pago. Además de esta pérdida de confianza, las medidas de confinamiento han provocado una falta de circulación de efectivo en ciertos países. Ejemplo de esto fue la escasez de monedas presentada en Estados Unidos de América a principios del 2020.

Aunque el cambio a la moneda digital pareciera acelerarse por la nueva normalidad, resulta problemático precipitar tal transición sin considerar el impacto económico de la escasez de divisas. Actualmente, el 86% de los mexicanos utilizan el efectivo como método de pago. Y esto no solo ocurre en este país: el efectivo es el método de pago más utilizado en el mundo. Se espera que estas cifras disminuyan eventualmente por la digitalización de los servicios y el comercio electrónico. Aún así, es necesaria una transición paulatina que garantice la estabilidad económica durante estos tiempos difíciles. Por lo cual, habrá que generar confianza en el cliente y facilitarle el acceso al efectivo.

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Seguridad y confianza del consumidor

Una de las preocupaciones de los usuarios del efectivo se relaciona con la incertidumbre respecto a los estándares de higiene. Esto, pues los usuarios consideran que es posible la propagación de microbios a través de las transacciones. Conforme a un estudio del Banco de México, 72% de la población piensa que puede contagiarse de COVID-19 usando billetes o monedas. Sin embargo, estas preocupaciones, aunque razonables, son en gran parte infundadas. La OMS afirma que el riesgo de transmisión del virus a través de monedas y billetes es extremadamente bajo. Además, otros estudios señalan que entre los métodos de pago más comunes, el efectivo es más higiénico y tiene menos probabilidades de transportar microorganismos dañinos.

El efectivo no solo transporta menos patógenos, sino que puede obtenerse por medio de un cajero automático sin necesidad de contacto cara a cara. Algunos consumidores señalan que interactuar con máquinas les parece más seguro. Esto pues la mayoría de las agencias de salud manifiestan que el principal modo de transmisión de la COVID-19 es el contacto directo con otros. Para generar esta confianza, las empresas deben desarrollar prácticas de higienización fiables para las máquinas de autoservicio, así como educar a los consumidores sobre cómo utilizarlas de forma segura. De manera que, para limitar el riesgo de transmisión de COVID-19, las superficies de los cajeros y otros dispositivos deben mantenerse limpias, ventiladas y accesibles.

Anticiparse a la demanda

La segunda área en la que toda entidad empresarial debe prestar especial atención es la anticipación a la demanda de efectivo por parte de los consumidores. Lo anterior con el fin de evitar que ocurra una escasez a pequeña escala. No obstante, esto puede resultar complicado en tanto que las necesidades del mercado pueden cambiar rápida e inesperadamente, especialmente en tiempos de crisis e incertidumbre.

Como se indicó anteriormente, durante las primeras etapas de una crisis, muchos consumidores retiran grandes cantidades de efectivo para prevenir un desabasto. Sin embargo, esta tendencia puede cambiar a medida que se desarrolla la situación. El análisis del historial brinda a las empresas un esquema sobre cómo reaccionar, pero el uso de estos datos por sí solos no es suficiente para reaccionar ante eventos inesperados. De forma que para las instituciones que no cuentan con un sistema de monitoreo de datos en tiempo real resulta difícil adaptarse a estos escenarios y corren el riesgo de perder ingresos.

En este sentido, un sofisticado software como SmartGuard® contribuye a que las empresas se anticipen a los ciclos de depósito y reaccionen rápidamente a los cortes de efectivo. SmartGuard® permite que el equipo administrativo pueda realizar un monitoreo remoto y reciba alertas en tiempo real sobre el uso de sus dispositivos. Esto le brinda la capacidad de visualizar estadísticas de uso y corregir errores rápidamente. El utilizar este tipo de tecnología y los datos disponibles facilita a las empresas las herramientas para adelantarse a esta crisis y mantener el efectivo en el lugar al que pertenece: las manos de los consumidores.

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